“Nadie vive en una ciudad, transita en ella. El hombre es un individuo que perdió su territorio”.
W. Benjamin
- de idealismo al un positivismo fuera de si.
la ciudad es un observador incansable de nuestro desarrollo como una sociedad multicultural y plena de experiencia transcultural entre ciudadanos sin personalidad y los herederos de la identidad, en definitiva, como ciudadanos pertenecemos a este barullo urbano, y como urbanitas co-existimos en el horizonte más amplio de las lógicas y del sentido del ser ciudadano.
Es obvio que Caracas es una ciudad de contacto y proximidades, sin una posturas monolíticas que nos recree en los prejuicios, desde donde la recuerdo siempre ha sido así, por ejemplo, aquí los estereotipos se confundían en la emergente clase media, porque nosotros mismos no éramos conscientes de nuestra propia identidad, porque como rezaba el lema institucional colocado en aquellos autobuses ingleses Leyland que al igual que los Ikarus de origen hurgaron que rodaban por Caracas en los años 70… esta era una “Caracas para todos”, y quizás, esto se deba al positivismo entregado por la democracia que se impuso sobre aquel ideal nacional promovido por la dictadura perezjimenista. Ese positivismo se convirtió en un estilo de vida en una sociedad donde los rituales cotidianos como tomarnos el cafecito en la panadería del portugués, mientras leemos el periódico que compramos en el kiosco del maracucho, de regreso del trabajo fiarle unas cervezas al del abasto gallego hasta el 15 pensando que ese día nos pagan un san o acudir a las areperas en las madrugadas de rumbas eran la fuente de nuestra felicidad, cosa que todavía hoy con dosis realmente dramáticas se persiste.
Autobuses Leyland National los cuales rodaron por las calles de Caracas a mediados de los años 70.
Como individuos aspiramos a un espacio propio, relacional, pero propio dentro de la colectividad, sólo que los tiempos modernos nos han exigido más participación y la multiplicación de nuestras actividades y funciones económicas, sociales y culturales, por supuesto, desde la espontaneidad y la creación de cada uno de nosotros. Pero como ciudadanos, ciertamente, demandamos soberanía individual, participación en los ideales de justicia social, asimismo, exigimos ser parte de la práctica democrática y de una quimera igualitaria… y eso indica que la calle es de todos porque sencillamente somos capaces de alterarla e interferir en ella.
Caracas se hace moderna, o en todo caso, el proceso de modernización de esta ciudad comienza a mediado de los años 30 cuando los altos niveles de ingresos por la explotación petrolera consiente proceso de cambios y de reestructuraciones ante el beneplácito de una sociedad que se encontraba ávida de progreso debido a que durante el régimen de Juan Vicente Gómez este instaló su gobierno en Maracay dejando a la ciudad de Caracas en el olvido, el mantenimiento de la ciudad prácticamente fue posible gracias a la iniciativa privada, como nos relatara el profesor Guillermo Abdala los grandes árboles que ahora dan su sombra en Altamira fueron sembrados por la esposa de Luis Roche quien reunió a un grupo de notables señora de aquella sociedad para tal labor. La modernización llega a su nivel más alto de desarrollo a mediado de los años 50, la ciudad era como la estatua de María Lionza (1951) que es una mezcla de una voluptuosa valkiria de la mitología escandinava inmersa en nuestro mito indigenista, es decir, Caracas se hibridiza, y es que en su momento, durante la dictadura de Perez Jimenez en 1952 nuestro antiguo distrito federal era el proyecto (una maqueta como diría Lisa Blackmore en su ponencia Caracas-museo) que se colocaría a la par de otro distrito federal como el de ciudad de México, mientras que abajo en el estado de Goias otro distrito federal nacía apresuradamente la ciudad de Brasilia, la ciudad del futuro bajo la influencia de Le Corbusier.
El Helicoide sería la edificación más ambiciosa de este patrón de ciudad, la tapa del frasco, un monumento a la modernidad después de las simbólicas torres Simon Bolívar, construido en Roca Tarpeya, nombre tomado de aquella leyenda romana que según cuenta era una roca desde donde despeñaban a los traidores, esta Roca fue también replicada en el Toledo romano con una cárcel donde los traidores corrían igual suerte al ser lanzados desde lo más alto al río Tajo, no por nada, en los años 50 decía que de la “Roca Tarpeya se va al Cementerio”, quizás, esa chanza sentenció a ese monumento caraqueño, lo que si es cierto, es que los nombres sentencian y ahora mismo ese monumento es la cede de la Disip… así que cualquier coincidencia con aquella Roca Tarpeya del Toledo romano es pura casualidad.
Vista aérea del Helicoide.
Ciertamente, la dictadura de Marco Pérez Jiménez le otorga nuevos y agradecidos espacios público a nuestra ciudad, el paseo de lo Próceres fue uno de ellos, un espacio hibrido que rayaba entre lo versallesco y lo militarista el cual los ciudadanos en su momento llamaron el “copodromo” por la seguidilla de enormes copas que adornaban dicho espacio. Todo esos espacios fueron postulados desde un idealismo y en ellos se conjugaron Estado / Ciudad / Infraestructura / Economía. Esta modernización y estas dimensiones físicas significaba el ingreso de Venezuela a los grandes mercados de la civilización industrial, y esto era registrados y proyectado en documentales realizado por Tiuna y Bolívar Films en nuestras salas de cines, y en los cines de todo el mundo, porque la puesta al día de nuestro país era un pensamiento oficial que necesitaba reconocimiento. Estas proyecciones de desarrollo de Venezuela emulaban a la práctica del régimen franquista, que en 1943 se sirvió de un NO-DO (acrónimo de Noticiero Documental) para mostrarle a los españoles con escasas posibilidades de contraste (ya que la prensa y la radio estaban censuradas y controladas) la España que el estado quería ver. Pero de que les servía a los caraqueños las grandes avenidas, las plazas y los espacios monumentales, sin no se le daba la libertad de manifestarse en ellas. Aquellos eran espacios consagrados al regodeo de poder de un régimen, y valga el analogía, esos espacios era como lo son ahora los centros comerciales, es decir, espacios monumentales y utilitarios, que en el caso de los centros comerciales fusiona comercio y recreo, pero en definitiva son espacios privado y de poder, por lo tanto esos y aquellos espacios, eran y son sitios para merodear, (aparecer sin inmanencia).
Los años 60 fue un período donde la calle por fin pasa a ser espacio público, un espacio donde se disiente y se debate; presente/futuro, la cantidad/calidad, la reforma/la revolución, lucha reivindicativa/lucha revolucionaria, por lo tanto la calle se hace manifestación popular, y se hace testigo activo de nuestro acontecer. Bien sabemos la cultura es el último territorio habitable en un país en crisis pero durante esa década los 60 se produce en Venezuela un intenso movimiento cultural en el que coinciden novedosas iniciativas institucionales con provocadoras e irreverentes experiencias creativas en las artes, y esos peculiares procesos de reflexión sobre las relaciones entre la cultura y la política, es de donde la literatura y el teatro se fortalecieron, de hecho, nace la editorial Monteavila y el premio nacional de literatura Rómulo Gallegos,.. He irrumpe en nuestra ciudad el “Techo de la ballena” buscando una vanguardia entre la política y la cultura.
Las décadas que le siguieron a los años 60 viven la progresiva industrialización de nuestra sociedad, se nacionalizan las industrias básica y se democratiza las instituciones políticas que le da acceso a nuevos sectores sociales, sobretodo, le da ingreso al sector obrero en la lucha política. Estas décadas nos han demostrado de modo persuasivo que la transformación era absolutamente necesaria, no sólo en uso de los espacios socio/político, socio/cultural y político/cultural… es que se estableció el uso del poder ciudadano, y ese poder en su premisa contenía el poder de elegir, la reconstrucción de las ideas y el manejo de la libertad creadora… aquello era como ese enamoramiento a menudo inútil que tiene la modernidad por lo vanguardista y que a vista de los europeos y norteamericanos hacen del latinoamericano un ser posmodernos, no porque la modernidad haya perdido vigencia o haya muerto en nosotros sino porque entre nosotros la modernidad es algo que no tiene limites por lo que a menudo nos catalogan de Sobremodernos, incluso el sociólogo Rigoberto Lanz nos habla de un Neo conservadurismo latinoamericano en el intento de la relectura de la positividad en el vacío posmoderno.
Construcción del los rascacielos del centro Simon Bolívar, Parque Central.
El proyecto de modernizar la ciudad en estas décadas promovió un espacio – tiempo donde convivía el simbolismo, el cinetismo, el cubismo, el realismo social, la abstracción geométrica y el indigenismo, pero también promovió el cierres y derribos de edificaciones con personalidad a favor de nuevas estructuras, un ejemplo notable de esto fueron las grandes salas de cines, muchas de las cuales eran y son joyas de la arquitectura Art déco citadina, cines como los Jardines en el valle, el teatro El Pinar en el paraíso, el cine Lido en chacaito, el cine Rex, La Castellana, Hollywood o París entre muchos, ahora esos nobles espacios no existen o han sido remplazados, en todo caso, han sido sustituidos por cinemas con salas de bolsillo que son replicas una de otras en los distintos centros comerciales, hecho que nos lleva a los “no lugares” tan referenciado por Marc Auge. También es muy cierto, que la televisión, el video y el peligroso desplazamiento nocturno han hecho que las familias abandonen las grandes salas, encerrando con ello su autonomía en el hogar y mostrándose sólo ante la colectividad en ese snob protector que nos otorgan los distintos centros comerciarles que garantiza y simbolizar grandilocuentemente relaciones humanas fundiéndola con el mercantilismo… favoreciendo a este ultimo.
Cine Radio City el cual replicó al homónimo Radio city music hall de Nueva York para nuestra ciudad..
En los años 70, 80 y los mismo 90 el indefinible progreso prospero y homogéneo era la principal utopia positivista que como las telenovelas en su desenlace dejaba entrever que la felicidad estaba al alcance de todos,.. Era obvio la existencia desconcertada de la ostentación entre los ciudadanos, “los pequeños lujos” como solíamos decir, alimentaba una falsedad venial, impersonal y subyugada a los exceso, y era tan natural, que lo precario pasaba desapercibido y esto se persistía en todos los ámbitos ciudadanos, a los que vivían arriba (las barriadas) y a lo vivían abajo (las urbanizaciones). Poco nos importaba servicios tan básicos y esenciales como el transporte público que en trascurrir de los años se han convertido instituciones anárquicas y difíciles de reglamentar, una Caracas que se apresura sobre moto-taxi. Lo cierto, es que las calles por la falta de servicio se han hecho hostiles, nuestras vías de comunicación se han hecho estrecha, hasta el metro de Caracas nacido en los 80 después de 40 años (1947) cuando se entrega el primer proyecto para su realización se nos ha hecho estrecho, y nosotros mismo nos hemos hechos estrechos al tratar de reconciliarnos con nuestra ciudad y como un mal matrimonio o un escepticismo feliz tan sólo llegamos a leve consuelo de mirar al norte, al cerro Ávila, y es por ello que tener un apartamento con vista al Ávila es uno de los más costosos y melindroso consuelo que podemos tener en esta ciudad,.. Ahora bien, quién es el culpable de este despropósito, de las visiones que se convierte en malos vicios… ¿el populismo generado por la democracia o al poco uso de una visionada conciencia cívica por parte del ciudadano?.
Vista de la autopista Francisco Fajardo en los años 50.
Esa especie de abominación positivista que se impuso al idealismo y prevaleció en la expansión modernista de la ciudad,.. Ese matizado marxismo positivista, con grandes dosis de populismo que se cultivó en la reconstrucción de la política nacional, fue visto con buenos ojos por nuestra sociedad, pero la felicidad es una palabra larga que se dice en un tiempo corto, y a mediados de los años 80 la palabra bancarrota (viernes negro, paquetazo, agenda Venezuela) es una palabra que se repite cada década en una ciudad que se construía desigualmente y descontroladamente tanto arriba como bajo, es decir, la misma rabiosa mutación en las construcciones de las barriadas las encontrábamos abajo en las urbanizaciones, no por nada creo que esta es la única ciudad en el mundo que tiene un rascacielos abandonado y en ruinas, que en si mismo es el monumento más notable que tiene nuestra ciudad por aquellos intentos de restituir nuestra felicidad colectiva como nación prospera y emergente.
Posiblemente, en la actualidad estemos viviendo eso que se llama el eterno retorno, ese reloj que se olvida en el bolsillo y que en su actitud pendular da la misma hora cuando se saca del mismo, desde luego, es un retorno sesgado de aquellos años 60, y sin caer en los reflejos de aquella década notamos como una actividad sin oposición alguna esta sociedad ha cambiado sus valores culturales y le ha dando ingreso al campo intelectual a nuevos participantes, por ello revisar el “techo de la ballena” es la excusa perfecta de restablecer, crear alianza, considerar, pero sobretodo retomar esa sospechosa fascinación que tenemos por la historia cínica de la provocación, como diría Emilie Cioran(1) ; “en estos momentos nos hallamos a las puertas de una realidad que sólo el sarcasmo hace tolerable”… por lo tanto repasar desde nuestro espacio coetáneo al “techo de la ballena” es mirar atrás para seguir adelante, porque la disidencia no es independiente al mercado de las ideas.
Edificio Junín en ruinas.
Esta es una ciudad donde los espacios urbanos sean perdido como sucedió en los años del régimen, y es que en este visible devenir hay una desafección latente en todos los entornos ciudadanos y evidentemente eso afecta a los espacios públicos. Estamos ante la presencia de espacios vacíos, o acaso, vivimos en un vacío que no está al alcance de la vista, ese que nos encierra y a la vez nos aparta de nuestros refugios, un vacío casi foucauliano, donde el artista vive en una distancia imaginaria, o encerrados en su propia distancia donde la deriva del arte comprometido vive una especie de autarquía porque no quiere depende del otro (esfera pública) que lo legitime, es por ello que es fácil que el arte sea asimilado. En todo caso la legitimación del arte sea complacido en ser parte de una política cultural que lo ha domesticado, gracias a unos museos y instituciones culturales que lo malcría, donde la rebeldía hace inofensiva a ser exhibida en una sala que es poco visitada, y a su vez es asimilado por el mercado a través de las galerías donde de una protesta o de una denuncia se hace un negocio.
Fotografía Urbana del fotógrafo Aaron Sosa.
- LA EVOLUCION CONTEMPORANEA DE UNA VANGUARDIA ESCURRIDIZA Y EL INDEFINIBLE ARTE PÚBLICO
Debemos entender que la figura del arte vive un tiempo prestado… y al no existir intercambio con la esfera pública la participación del otro pierde sentido.
El arte al ser crítico debe mantenerse inconforme, independiente e inclusive cae en las contradicciones que el deseo y la realidad le otorgan. Y volvemos a la pregunta de quién es la culpa… de la política cultural de un gobierno o de los artistas que produjeron obras descompensada de energía y pensamiento critico y que no supieron crear una producción alternativa en nuestra búsqueda por un nuevo valor social. Si hacemos el ejercicio de volver atrás y mirar el origen las intervenciones efímeras en el espacio urbano contemporáneo tenemos que remontarnos a los años 60, pero es a partir de la década de los 90 que observamos cómo este fenómeno ha ido ganando consistencia cuando el término “Arte Público” englobar nuevos significados, que es cuando la construcción del espacios públicos se hace a partir de un trabajos de equipos compuestos por arquitectos, diseñadores, artistas, psicólogos ambientales entre otros y cuando el activismo asumen esos espacios con eventos de arte efímero llámese intervenciones, performances, artes interactivos o participativos elaborados de manera individual, colectiva o equipos multidisciplinares, revitalizando con esto nuestro accionar ciudadano como uno de los movimientos sociales más importantes en el ámbito de la lucha por la reconquista de dichos espacio y no solamente eso nos hace beligerante,.. Evidentemente, el origen del arte efímero está ligado a los movimientos artísticos más politizados sin ser partido, y por de ellos nace una necesidad de reivindicar espacios, derechos y también a una fuerte necesidad de expresión.
El espacio público es un espacio de paso, imposible de ser dogmado por su pluralidad, pero si puede ser invadido por estar sometidos al tiempo económico que tienen a la calle como medio de ganarse la vida, de hecho, la economía informal es una practica común que ha privatizado los espacios público de la ciudad y que contó en su momento con el esquizoide beneplácito del estado. Tuve la oportunidad de colaborar con los artistas mexicanos Néstor Bravo y Iliana Boltvinik lo cuales intervinieron los espacios privados de unos buhoneros en Gato Negro usando la interrelación mercantil como la intervención de un espacio que ha intervenido el espacio de todos esto en el marco de la exposición “Ambulantes” realizada en el 2006 por el museo Jacobo Borges, que a través de la mirada amable incluso candida de diversos artistas se abordó la economía de calle y los distintos aspectos de esta economía como la condición humana, la ciudad y la civilidad..
La mayoría de los ciudadanos que aquí co-habitamos carecemos de tiempo para disfrutar nuestros espacios porque apenas tenemos el poco tiempo suficiente para atravesar la ciudad de punta a punta por el placer de hacerlo, es decir, no fluimos como una dinámica afectiva por nuestra ciudad. Además, debo agregar que las calles se han convertido en el artículo de lujo de la cultura publicitaria y esto han convertido a la publicidad en un nuevo monumento urbano, sólo basta con levantar la vista para observar el globo de la Pepsi cola y la enorme taza de Nescafe en lo alto de los edificios que bordean la plaza Venezuela. Pero están presente en todos los rincones visible en todas sus versiones y tamaños, pero no están sólo porque a estos se le une la propaganda gubernamental que pelea espacios igual de monumentales solo basta recordar el enorme pendón electorero colgando en la torre sur del centro Simon Bolívar mientras que las manifestaciones de la cultura y la sociedad se encuentran bajo una insigne amenaza, y así lo constatamos a ver los ataques de la policía en contra los graffiti, el arte urbano y demás manifestaciones que se nos ocurra para hacer, para decir, decirnos o por la simpleza de crear de un espacio algo más grato, lúdico y simbólico.
Publicidad Urbana, plaza Venezuela vista desde el estadio universitario.
Paradójicamente como ciudadanos somos victimas a menudo fatales de los criminales… y arremeter contra el arte urbano es como si se criminalizara lo que ya esta criminalizado que es el aparecer en las calles, un ejemplo de ello sucedió este diciembre pasado cuando alumnos de monseñor de Talavera decidieron hacer una muestra de intervención urbana sin ningún tipo de impacto ambiental en la avenida principal de la castellana, esta iniciativa inscrita dentro las practicas del Arte Público fue cordialmente reprimida e instada a ser retirada bajo la sutil amenaza de una sanción por la policía municipal, sin embargo, meses después las mismas autoridades del municipio quienes negaron esta intervención criticaron pública y abiertamente a las autoridades de otro municipio por no permitir el libre transito y la libre manifestación consagrada en nuestra constitución a las diversa marchas promovida por las distintas universidades apoyando una postura política, lo que deja de manifiesto que en esta falta de coherencia o psicopática actitud y territorial de nuestra autoridades urbanas que en su empeño de implantar la política de ¡en esta calle mando yo! deja una gran victima que es el libre transito y la libre manifestación de nuestra ganas de hacer arte por nuestras calles.
Remoción de la intervención fotográfica de artista JR, Francia.
Banksy y antes que él la artista conceptual Jenny Holzer hacen uso del arte urbano para promover visiones distintas a las de los grandes medios de comunicación y publicidad. Esta intención política y activista de su obra puede estar influida por los Ad Jammers (movimiento que deformaba imágenes de anuncios publicitarios para cambiar el mensaje) y que fotógrafo Oliverio Toscani en lo que se llamó “marketing de la provocación”, hizo uso de la rebeldía y la ideología para promocionar la campaña de Benetton, dejando en un segundo plano el producto al favor de la disentimiento, la provocación y el duelo, también podríamos nombrar a Keith Herring quien prestaría su arte urbano a favor de campañas antidroga a finales de los 80 en Nueva York asimismo para diversas campañas publicitarias.
Ernest Pignon-Ernes, Les agressions, serigrafía sobre papel. Grenoble, 1976
Bien sabemos que la ilustración motoriza la razón estética y esta al prodigio creciente de la vanguardia como desafío o como ideario de la libertad,.. Dándole paso al activismo que es cuando los intelectuales y artistas viven la experiencia del vacío de función y se ven obligados a legitimar una práctica desde movimiento artístico. El activismo interfiriere en la dinámica socio-cultural de una metrópolis pero no encuentra fácilmente su lugar en una sociedad que se ha hace utilitaria y materialista, sin embargo, produce de esta manera la puesta en escena de propuestas polémicas y experimentales del vanguardismo.
Los artistas contemporáneos han actuado en la difusión de nuestras problemáticas sociales, llamando la atención de las autoridades política y a los medios de comunicación en general para con ello difundir lo que se acontece. Recordemos la estrecha relación de los surrealista con el partido comunista francés y como los ateneos libertarios europeos son subvencionados pero no subordinados de los distintos partidos de izquierda, por lo que a menudo se pone en duda la capacidad resolutiva del arte por si sólo y sin apoyo frente a los problemas sociales… ese el momento que el término vanguardia regresa a todos y adquiere un sentido agresivamente polémico, positivo y progresista, imponiéndose al imponer sus ideales estético-ideológicos en el contexto socio/político. Estos ideales buscaban a su vez rescatar una dimensión universal - cosmopolita del arte, articulándolo a las condiciones sociales del mundo, apostando y colocando este diálogo con las expresiones que se consideraban más actuales en la cultura de aquellas sociedades más avanzadas, fragmentándose en entre lo que es arte comprometido y arte critico. Es evidente que el proclamado cosmopolitismo no iguala la condición de quienes transitan por las mismas calles del mundo, de hecho no nos iguala a los que caminamos por las mismas calles de la ciudad. Por ello es que las vanguardias artísticas se adjudicaron la responsabilidad de dirigir y encauzar la reivindicación política y cultural de la sociedad,.. Asumiendo una actitud decididamente revolucionaria, la voluntad de construir y modelar una realidad totalmente distinta a la de épocas anteriores que se hizo con la exaltación de lo transitorio y volátil.
La vanguardia está por encima del culto a lo eterno, a lo inmutable, pero es el activismo como verdaderos gen revolucionarios de la vanguardia, el que a menudo no se fija en lo que no se ve, no mira lo subyacente, lo que se oculta, el siniestro vacío que nos rodea y a perdido la noción de las utopia al no mirarse el ombligo. En estos momentos no hay innovación y no hay integraciones de las artes… sobretodo, cuando el arte ha perdido la calle y los ciudadanos pasaron a ser seres anodinos que dejaron de ser parte de una clase que luchaba por alcanzar fines históricos, en algunos caso fines con tendencia neo iluminista que como monstruos invisibles llevó a cándidos e idealistas, a ignorantes e ilustrados a la revolución o al mismo fascismo,.. Es como si la ciudad se tropezara con nuestra historia, pero en este contexto actual de posmodernismo o hiperposmodernismo o severa globalización, evidentemente, ya no se producen discursos iluministas que nos hablen de la transformación absoluta de la ciudad, porque en una metrópolis no se caminan por las mismas aceras, Como diría Hannah Arendt(2) en su libro titulado hombres en tiempo de oscuridad, “ Aun en aquellos lugares en donde el mundo sigue con su orden a medias… el reino público ha perdido el poder de iluminación que originalmente era parte de su propia naturaleza”, y porque tampoco los entes de esta sociedad sean complacido en ser dirigidos por políticos (porque en el país de la magia todos somos aprendices de mago).
Ahora mismo los ciudadanos sean fundido en grupos sensibles que se han organizado y se motorizan en asociaciones vecinales, coordinadoras o plataformas, mientras el artistas observa como el surgimiento de la mezquindad privilegiada se impone ante una vanguardia insubstancial y a menudo frívola que ha adormecido la cultura de resistencia, perdiendo la mirada con la cual la ciudad es observada, pero no le quedara más remedio que convertirse en ciudadanos y crear con ellos o a través de ellos.
Intervención con el apoyo de la plataforma vecinal del barrio el Cabanyal. Valencia, España, 1998.
J.L. Leotard comentaría en su charla cuando visitó nuestro país que la teoría de arte se basa en la crisis y de allí el resurgimiento de las vanguardias, y cuando se produce la muerte de la vanguardia podría ser el síntoma más visible de una particular dolencia de la dialéctica. Esta muerte posmoderna se anunciado tantas veces que la retórica de la crisis y la muerte de Arte hegeliana no ha dejado indiferentes, ahora bien, ese desasosiego por lo que estamos produciendo, ¿es la misma indiferencia que cuelga en las paredes de los museos?,.. Lo cierto, que desde nuestros oasis domésticos el cielo no se ve, quizás, de allí viene una metáfora con el “Techo de la ballena”, porque como lo he dicho antes vivimos encerrado en nuestras distancias, con nuestros artefactos eléctrico, tecnológicos y en la nada, porque "nada" nos sorprende, ni el mal tiempo, ni los ruidos inusuales, ni la curiosidad por las obras de edificios que se levantan, ni los virus, los accidentes, ni siguieras las muertes inesperadas de alguien desconocido a manos de otro menos conocidos y que hace de esta ciudad una de las ciudades más violenta del planeta,… y es que todo nos resulta tan anormalmente normal que sólo nos preocupamos de la soledad a la hora de cenar y para ello existe el paliativo de Internet, facebook y un buen perro. Por lo que podemos decir que si bien el pueblo venezolano es un pueblo feliz, esta felicidad se gestó desde un entusiasta positivismo fuera de si y se ha desapasionado, por lo tanto, podemos volver a la teoría de que no somos una imagen sino un simulacro de todo eso que suscitan en nosotros sentimientos y actitudes, que sólo nos llevan a lo que somos realmente y que no podemos explicar si remontarnos a lo que fuimos una vez.
Monumento a María Lionza.
El Arte público tiene muchos reconocimientos y se centra en problemáticas concretas de grupos sociales (feminismo, sida, xenofobia, racismo, emigración…) o de lugar (especulación urbanística, conflicto bélicos…) y por ello se han conformando bloque creativos antiglobalización que han participados en Seattle, Praga, Genova, Davos y que sigue participando en las diferentes reuniones del G -7 y las distintas reunión G que se realicen en el mundo. Esta misma interacción se registró en Latinoamérica con los tropicalitas brasileños quienes a finales de los 60 inspiraron e influyeron en mucho de esos cuestionamientos que los movimientos estudiantiles mexicanos tenían en contra de la esfera política de su país, desde luego, hay que nombrar el feminismo de Bárbara Kruger, Nelly Richard y la guerrilla girls, o las exhibiciones dirigidas a temas sociales que Félix González –Torres como integrante de colectivo Grup material realizó a mediados de los 80.
Uno de esos reconocimientos que le ha dado el Arte Contemporáneo a las intervenciones efímeras en el espacio público, es la que le dio exposición ‘2008 Culturas’ a la temática ‘Fronteras: Un Mundo amurallado’ donde estaba inscrito el proyecto ‘Face2Face’ llevado a cabo por el fotógrafo francés JR, cuya obra desde 2001 consiste en llevar sus imágenes a gran formato, haciendo exposiciones en las calles a escala de las grandes pancartas publicitarias. Según el texto de la exposición: “El proyecto ‘Face2Face’ se encuadra en la estrategia activista que JR ha puesto en marcha en distintos lugares de conflicto del planeta” y por tanto, JR viaja por el Oriente Medio en 2005 buscando entender porque palestinos e Israelíes no pueden vivir en paz,.. Este tipo de iniciativa a sido secundadas por el colectivo público italiano BLU y el mismo Banksy quienes han recreado obras en los muros que separa a palestinos e israelíes. En nuestro país Juan Loyola irrumpe en lo público interviniendo piedras y chatarra con los colores de la bandera, creando los nuevos monumentos que le daba valor cotidiano y accebilidad al ciudadano de un símbolo patrio que estaba reservado al uso oficial. De manera metafórica y desde lo personal este artista contravino al monumento oficial del cinetismo, ahora ese acceso se hace latente en las distintas manifestaciones estudiantiles donde de una manera el uso de los colores patrios revindican un país que es de todos y para todos.
Proyecto face 2 face del fotógrafo JR.
En las ultimas décadas, el arte y los movimientos vecinales se han conjugado… en Valencia (España) particularmente he vivido y he participado en unos cuantos como los del barrio El Cabanyal, El Carme y Russaffa,.. Caracas también ha vivido manifestaciones creativas de calle una de las interferencias más notoria de los últimos tiempos fue el desnudo colectivo ante el Bolívar civil realizado por el fotógrafo Spencer Tunnick que sin tener los estragos morales que tuvo esta acción en Santiago de Chile o las sanciones penales como en Nueva York, este fue unos de los actos más provocadores y demostró que si nos atrevemos en este país más allá de la intención complaciente a lo multitudinario que contiene la política cultural del estado, asimismo, la intervención de la avenida Francisco de Miranda por decenas de estudiantes y vecinos que servían de modelo para que su silueta sea dibujada con tiza y recientemente la fuente de la plaza Altamira la cual sus aguas fueron teñida de rojo como referencia y en protesta en ambos casos por los ciento de miles de asesinato que se ha producido en esta ciudad, desde luego, desde el solapado o manifiesto consentimiento de las autoridades municipales.
La toma de las calles por partes de nuestros ciudadanos nos hace reflexionar sobre esta Caracas que se encierra y en su desencanto desesperado cede sus espacios a la desolación, debemos salir y asumir,.. Al igual que las minorías salen de su pasividad para intervenir activamente y con ello tratan de modificar la lectura que ha hecho la historia de ellos. Asimismo, los artistas deben de expresar su responsabilidad y compromiso en la reflexión crítica hacia esas voces no emancipadas y silenciadas que es lo que W. Benjamin llamó la interrupción de la historia.
Los artistas y los colectivos son energía social, que actúan en líneas diversas y en diversos puntos de la ciudad, trabajan en el campo de la concienciación de las problemáticas sociales y de la corresponsabilidad del ciudadano en la construcción de lo social, los artista deben retomar de una manera creativa los espacios incentivados por el colectivo ciudadano, como bien insinuaba Félix González - Torres en su trabajo de la cama vacía; la individualidad sólo importa cuando se reúne con otras, intercambiando individualidad por identidad colectiva (lo privado y lo público o de lo privado a lo público). Esta fotografía hecha vallas las cuales fueron expuestas en veinticuatro lugares en la ciudad de Nueva York y han sido exhibida en toda parte del mundo incluyendo nuestro país,.. Allí una nueva semblanza con el Nadaísmo y el “Techo de la Ballena” que fueron agrupaciones contestatarias surgidas casi simultáneamente en Colombia y en Venezuela como expresión de violentas rupturas y cortes históricos que sacudieron las estructuras sociopolíticas y la cultura de ambas naciones, y que ambas entendieron que nada se altera cuando se aplica el silencio como expresión.
Félix González – Torres
J. L. Brea(3) dice en su texto titulado Pequeña teoría de la independencia; "el compromiso de autocuestionamiento inmanente ha dejado de operar centrípetamente sobre la estructura misma de la obra (y sus lenguajes) para dirigir su acción crítica al aparataje que la rodea y decide su destino social, construyendo su valor simbólico, artístico o cultural". Podría concluir que únicamente encontramos en la obra una impulsión pública de ciertos efectos circulatorios: efectos de significado, efectos intensivos y quizás afectivos.
El activismo no abraza sistemas políticos, porque su razón de ser es la sociedad. Las movilizaciones de los años 60 supusieron en nuestro país el comienzo del activismo político como manifestación socio-cultural que reivindicaban el espíritu disidente, marginal e insumiso, irrumpir en un espacio público (comunidad) o espacio privado (individuo) de una sociedad tematizada con los sueño de un ideal nacional. La interferencia pública es necesaria, sobretodo en una ciudad alterada como la nuestra, que no vuela ni toca fondo sólo flota en una masa de aire caliente, que ahora mismo vive en una desigualdad social extremada, tanto en lo económico como en lo político… donde la transformación social es una necesidad presente en todos, y donde la no unificación de los criterios políticos a hecho de nuestra calles una federación de angustias.
Protesta por los derechos de la mujer, Nueva York año 50.
Debemos entender entonces, que no sólo la noción de "la vanguardia contemporánea" tiene jerarquía y vigencia en temas relacionados con los medios tecnológicos y audiovisuales, sino que es una alternativa insuperable de tornar a la calle. A bien entendemos que el videoarte es la vía de la narración que hace uso de la imagen-técnica y la imagen-movimiento en su capacidad para expandirse en un tiempo-interno de relato,.. El mismo Krzytczof Wodiczco hace uso de este medio otorgándole un valor masivo y de monumentalidad temporal, asimismo, el grupo teatral catalán Els Fura de Baus proyectan en algunas de sus intervenciones públicas mensajes de texto de celulares jugando con la interacción mediáticas que tiene esta herramienta comunicacional en su discurso siendo esta la herramienta que convocó con un “pásalo” a cientos de miles españoles a manifestarse en todas las ciudades en contra de la intervención de España en la guerra en Irak.
Pero también el videoarte a menudo subsiste un discurso baladí disfrazado de falsa insubordinación, de tremendismo lleno de efectos y de travesura insensible, y es por lo que a menudo no nos hace participe de ellas, a pesar de su recurso salvacionista y equilibrado, ciertamente, vivimos tan encerrados y la televisión y los videos nos han curado tanto de espantos que mientras vemos imágenes como mueren civiles en Gaza nos morimos de ganas de comernos un Mac Pollo, probar el rico sabor de una frescolita o comernos un Toronto, es decir, en casa estamos a gusto. Por lo cual cuando volvemos nuestra mirada a la calle esta pastilla de litium hecha imagen y relato pierde su efecto, porque la calle que es nuestra y en la que debemos interactuar esta plena de despropósitos. Desde luego, encontramos la instalación y el performance trabajando en un encuentro más directo con el ciudadano, pero cuando esa producción de espacios no conversacionales, de socialización de la identidad y la experiencia, no se produce en el espacio físico urbano, sino en el espacio virtual de un museo, perdemos lo poco que hemos ganado como mediadores, y entramos en la deconstrucción de la identidad y en nociones que pierden sentidos, lo que nos lleva a la estética sicótica y más domesticada que nuestras propia vida ciudadanas,.. Pero también puede pasar lo contrario y es que estamos lleno de despropósitos, Rosa Olivares(4) en su articulo “La calle es mía” publicado en la revista “Exit Book, nº7 del 2007” destaca que; “La libertad y la salud de la creación artística parece ser que ha inundado el terreno del arte público con instalaciones sonoras (que rara vez se oyen con los ruidos de la urbe), con proyecciones de vídeo (que difícilmente se pueden ver entre la luminosidad de la ciudad) o con intervenciones relacionales que el transeúnte rara vez relaciona”, cierto es, que la libertad y la salud de la creación artística en la calle siempre tiene que ser una posibilidad en nuestro transitar… más allá de lo que diga Rosa Olivares, la cual critica en este articulo a la curaduría urbana más que al arte público.
Como he dicho antes; la cultura es el último territorio habitable en un país en crisis, sobretodo, donde los sueños de progreso homogéneo y constante cada vez se hacen más lejanos y el estado como poder se contenta con una moral de responsabilidades limitadas y la ética revolucionaria se complace con activismos obedientes, por lo tanto, el artistas debe reconoce que hay una cultura hacia lo domestico y tiene como deber implantar una contracultura que nos saque de nuevo de nuestras casas… el artista debe sacar a nuestros ídolos de la sala (casa y/o museo) y colocarlos en las esquinas, en las plazas, estaciones de metro, porque el arte público no se expone, se produce y se tropieza con el… produciendo en la ciudadanía múltiples reacciones.
Intervenciones de Keith Harring en metro de Nueva York y de Tsang Tsou Choi en una calle de Hong Kong.
De todo esto, lo más importante es que el arte público como vanguardia y los artistas públicos como activistas no son los francotiradores detrás de los árboles, son los árboles, son la energía social que viene de abajo para arriba; del ser al artista, del artista al ciudadano, de la población a la sociedad, de la sociedad al poder… ese es nuestro visible devenir.
Y por estas características, un arte de vanguardia, si acaso podemos hacer uso de esta palabra en nuestra contemporaneidad, es aquel que se hace más público,.. El que se hace calle a calle y de ciudadano a ciudadano.
Uno de los muchos graffiti que de una manera amable o hostil decoran nuestra ciudad.
Bibliografías:
- Cioran. Emile M. Desgarramiento, ed Tusquets - Suave - pp. 176 - edic. Dic./2004 - 1a edición
- Arendt. Hannah. hombres en tiempo de oscuridad, ed Gedisa. Pp. 288 2001– 2da edición.
- Brea. J. L. Pequeña teoría de la independencia, revista digital Aleph - art.
- Olivares. Rosa. La calle es mía, revista Exit Book, nº7 del 2007.