En su libro Triumph of the City, de Edward Glaeser nos dice que la ciudad es la más importante creación humana: que la misma fomenta la inventiva, el talento individual, la tolerancia, la prosperidad, la cooperación. Por lo tanto, debe ser Ciudad de Contacto, esa que convive sin una postura monolítica que nos recree en los prejuicios o ser la Ciudad Alterada que se edifica con una inhumana y desigual mutación. No por nada, posiblemente esta sea la única metrópolis en el mundo que tiene un rascacielos en ruinas e invadido por la desventura y la penuria de quienes buscan mejorar su calidad de vida, algo propio de las películas serie B de atmósferas bizarras que narran un futuro destruido por una hecatombe nuclear. Por lo tanto, si deseamos hacer de la nuestra la Ciudad Prospera, esta ha de ser confortable, justa, culturalmente rica, socialmente equilibrada, políticamente democrática y ser un contenedor de intercambio de autonomía, independencias y ambiciones, porque las ciudades no hacen pobre a la gente: atraen a gente pobre que quiere dejar de serlo, por ser ella la oportunidad de capitalizar los intereses que en ellos conviven. Así lo ha entendido países como China, que tiene claro que vivir en la tupida población de una ciudad es mucho más seguro que hacerlo aislado en una casa en el campo, también, estadísticamente, es más saludable. Por ende, la política comunista de este país ha renovado sus ciudades históricas con inteligencia y audacia, y levantan edificios altos con una oferta de vivienda suficiente para que los precios no sean abusivos. Todo esto nos indica, que, a pesar de la pobreza y la violencia la esperanza de vida es más alta en una barriada de Medellín o Tegucigalpa que en los pueblos del interior del país. En caso de Caracas, la exigencia de una Ciudad Garante, avala que esta urbe sea la observadora incansable de nuestro desarrollo como una sociedad multicultural donde co-existamos en el horizonte más amplio de las lógicas y del sentido del ser ciudadano.
Eventualmente, esta es la Ciudad Diferida, donde la gloria, así mismo su desgracia proviene de un resbaladizo pasado, al menos, eso dice la irreductible demagogia que se justifica y nos agencia un ajeno sentimiento de culpa sobre algo que apenas recordamos. Demagogia distópica que tiene patente de corso para exculparse y echarle la culpa a otro; al contrario, a la conjura de la burguesía, de la oligarquía, del capitalismo, del imperio o de un mercurio retrogrado. Lo que nos lleva a la Ciudad Perpleja que observa con las manos en la cabeza como tanta demagogia exculpatoria y las visiones erradas que se convierte en malos vicios nos conducen a la Ciudad del despropósito. Lo más triste, es que a pesar de que todos sabemos que el populismo no nos lleva ningún lado, seguimos esperanzados creyendo en un Orfeo que fracasa una y otra vez en su intento de rescatar a Eurídice del inframundo. Mientras tanto, notamos como una actividad sin oposición alguna como monumentos publicitarios considerados los nuevos monumentos urbanos de la ciudad en los 90 han sido removidos, en cambio proliferan promisorios murales de propaganda dogmática e instruidamente ideológica (casi Orwelliana) que habla del socialismo del siglo XXI en una ciudad donde el delito se ha convertido en una marca de agua en la calidad de vida del ciudadano y donde no se sostienen las palabras convivencia y ordenamiento del siglo pasado. Lo que si debemos tener en claro, que esta sociedad de siglo XXI ha cambiado sus valores culturales, y a pesar que sintamos que la moral es un bien escaso, no es así. Es importante decir que ejercicio ciudadano le ha dando ingreso al campo intelectual a nuevos y variados participantes, “porque no importa de que color sea el gato, lo importante es que cace ratones”, cosa que debemos celebrar, por ser esta la excusa perfecta, para restablecer, crear alianza, porque seamos lo que seamos políticamente: la disidencia no es independiente al mercado de las ideas,.. Por lo tanto, la ciudadanía debe participar, exigir rectificación y solvencia a nuestras clases políticas para que esta urbe pueda capitalizar todas las aspiraciones ciudadanas, de esta manera, retomar esa sospechosa fascinación que tenemos todos por la historia cínica de la provocación y, provocar esos cambios que nos sienten bien. Esta debe ser ahora más que nunca la Ciudad Activista y no la Ciudad Invertebrada, donde el bien relacional sea la manifestación de amor: incansable, generoso y lleno de consideraciones poéticas como el que tenía para con la ciudad el tristemente desaparecido William Niño, y que este amor llame al rescate de los espacios. Mientras esto sobreviene, que los gerentes de la ciudad hagan de la nuestra una Ciudad Sostenible.
El Arte Público y el activismo en la ciudad debe encontrar su sentido de ser en rehabilitación, y a pesar de la etiqueta que tiene el arte urbano de ser un acto de vandalismo, debemos considerar que el arte urbano es el guiño necesario para establecer un dialogo con el espacio de una urbe. Esto nos es nuevo, nos lo hizo saber un artista como Joseph Beuys en los 60. No obstante, tampoco podemos negar que los jóvenes encuentran en el arte urbano, concretamente, el graffiti una vía de escape a su rebeldía y disentimiento, pero que alguien explique en que consistió el expresionismo para los jóvenes artistas alemanes a principio del siglo XX sino un acto de rebeldía ante una sociedad decadente. El hecho que el graffiti este considerado como un acto de vandalismo contra los espacios públicos o privados en una ciudad donde todos se abusan, sería hablar de otro mal, pero debemos ser optimistas y considerar también el arte urbano como una posibilidad, porque los grandes artistas urbanos del mundo están formados dentro las bellas artes y el diseño, y la idea es convertir a estos artistas en ciudadanos, si eso sucede, será la ciudad quien ganará a unos excelentes aliados, es por ello, cuando se habla de vandalismo de un arte que es tan legitimo como el que se encuentra en las galerías, siempre es preciso citar a una ciudad como Paris, reconocida en el mundo por su inmenso patrimonio cultural y estructural, y es donde más arte urbano se hace sin ser este arte exclusivo de su majestad, pero sucede, que el artista urbano en esta ciudad revisa sus intervenciones, de manera de estar a tono con los espacios y el ordenamiento en el cual todos forman parte y que ofrece una ciudad como esa, y es donde el arte guerrilla va a caballo con las bellas artes como la más genuina expresión de una urbe que no aspira menos de sus artistas. Pero Caracas no es Paris, porque entre muchas cosas, Paris se reordena para ser una ciudad moderna a mediado del XIX mientras, la asimetría histórica y cultural colocaba a Caracas como una ciudad rodeada de haciendas que salía de una guerra civil que a la postre llevaría al gobierno a Guzmán Blanco, quien buscaría décadas después darle a Caracas cualidades parisinas. Por lo tanto, debemos ir a la inversa en esto de intervenir una ciudad como Caracas, es decir, a partir de las bellas artes y el diseño reinventar el arte guerrilla, tal como se hizo en la favela del Morro en Sao Paulo donde artistas y vecinos le dieron vida al Favela Painting, proyecto que comenzó en el 2006 y que desde 2010 se encuentra en su tercera etapa sumando otras favelas, algo que sin dudas, le otorgó identidad y un poco de calidad de vida a esas barriadas. Desde ese campo recorrido por los brasileños debemos llamar a la participación de la ciudadanía para reconfigurar los espacios y la vida social de nuestra ciudad. Cabe decir, que no es gratuito, que tanto museos como las galería de gran parte del mundo desde finales de los años 90 acojan a las distintas expresiones del arte urbano y a sus exponentes en sus salas, a la vez de asumir y concertar bajo su patrocinio espacios de la ciudad para realizar intervenciones, y eso, se ha incrementado notablemente en esta ultima década donde entre muchos ejemplos, puedo citar al Museo del Juguete Antiguo México (MUJAM) que trae desde Bélgica al artista urbano Roa para que comparta paredes y experiencia con artistas locales, o como Art Basel Miami Beach que sin duda es la feria más importante de arte en los Estados Unidos llenó del arte urbanos las calles de Miami a finales del pasado año, o la estupenda acogida en la bienal de Venecia del 2009 de los barcos hecho de basura por la artista del esténcil neoyorquino Swoon. Tampoco es gratuito que las principales ciudades del mundo establezcan espacios de tolerancia para la libre expresión del arte hecho para la calle y contengan en su itinerario cultural festivales de Arte Público, tal como lo hiciera la ciudad de Munster en el 1977. Por supuesto, podría recordar en la inmediatez que Caracas era la Ciudad de Sucesos, debido que los eventos de calle en 2005 gozaban de buena salud, donde puedo extraer al Festival Mundial de la Juventud, la Bienal del Agua, Arte Público en las Mercedes, la Exposición Ambulantes, Por el Medio de la Calle, en fin, la ciudadanía y los artistas se encontraban en la calle, sin deslegitimarse unos a otros, porque en ese intercambio los ciudadanos eran artistas y los artistas eran ciudadanos. No obstante, para finales del 2008 toda esta actividad había cesado, era como que si todo se hubiera acabado y las calles pasaban a ser un espacio anónimo dedicado al traslado y al comercio informal. Pero no es posible un despliegue de expectativas y experiencias tan valiosas y no acostumbrarnos a ellas, por ello, han persistido iniciativas como la velada de Santa Lucia en la ciudad de Maracaibo y el festival urbano Por el medio de la calle con 9 y 5 años de existencia respectivamente. Estos dos ejemplos han sostenido la frágil salud de los movimientos creativos nacido en la urbe y para la urbe, allí también asoman el Festival Viva Nebrada que ha sido una excelente pareja de baile para la ciudad, Hatillarte como un evento cultural pero sobretodo socializador, asimismo, emergen Interviniendo la Pastora, el festival de intervenciones que se celebra en el barrio de San Agustín que unidos a las iniciativas del distintos colectivos como el incombustible Ser Urbano y la plataforma Taller de Bicicletas activan la creatividad sobre lo urbano.
Aun estamos lejos de que las calles sean un espacio para la manifestación socio – cultural, ¡pero milagros se han visto!. En todo caso, es necesario que estos movimientos creativos basados en el imaginario de la urbe se fortalezcan y se reproduzcan en cada municipio, en cada parroquia y en cada barriada, porque es obligatorio tener ofertas que nos saquen a la calle y revitalicen nuestro don de la sorpresa como ciudadanos. Tenemos que tener en cuenta que es tan pródiga la literatura que retrata y celebra la ciudad como el blog “Caracas, la ciudad de la furia” de la amiga Mirelis Morales, como también las que se dedican a denigrarla, pero dado el caso del Arte Público, este tiene que celebrar la aspiración de hacer lugar para que algo tenga lugar, puesto que ese es el momento que las ciudades se reinventa y se hacen creativas. Definitivamente y como suelo decir en los foros a lo que me han invitado: la Ciudad Anhelada es la que va de uno mismo a uno mismo, es decir, del individuo al ciudadano… sobretodo, de todo aquel que como yo vive en una Caracas in situ, y que de alguna manera las ciudades que conviven en esta ciudad no les son indiferentes.
Resumen de la ponencia Caracas in situ, dictada en la Fundación Bigott.
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