A comienzos de 2007, el brasileño Alexandre Orion (arriba) ornamentó las paredes de un túnel de San Pablo con calaveras “limpias”; el túnel las exhibió hasta que las autoridades decidieron tomar el toro por las astas y limpiaron por completo las paredes del túnel.
Desde hace algunas semanas, el inglés Paul “Moose” Curtis se encuentra en San Francisco, contratado por la marca de productos de limpieza Green Works (de Clorox), limpiando las paredes del túnel de Broadway y estampando en ellas siluetas de árboles y plantas oriundos de California; en este video Moose explica el proyecto (en inglés).
Quien mejor presentó el tema fue el periodista Matt Chapman, del portal www.inhabitat.com, en una nota publicada a comienzos del año pasado: “¿Cuándo puede el acto de limpiar las veredas ser considerado un crimen? –se preguntaba Chapman. Y de inmediato se respondía–: Cuando lo estás haciendo para crear arte, obviamente”.Desde hace un tiempo, unos pocos artistas, en distintos rincones del mundo, están expresándose a través de herramientas que no son las clásicas del arte. En vez de pinceles y lápices, esponjas y cepillos. En vez de óleos o acuarelas, agua y jabón. Y en vez de lienzos en blanco, paredes bien sucias. Necesariamente sucias: sin la pegajosa suciedad que el tiempo va depositando en ciertos muros clave de las ciudades más pobladas –sobre todo en aquellos muros que se encuentran junto a calles de intenso tránsito de automóviles–, el arte de los graffiteros invertidos carece por completo de sentido. Y no sólo se vuelve inútil: simplemente se hace imposible.
DOS LIMPIADORES DOSNacido en Leeds, Inglaterra, Paul Moose Curtis cuenta que la inspiración le llegó diez años atrás, cuando se encontró con paredes cubiertas de smog en las que la gente, con el simple mecanismo de pasar el dedo por ellas, había dejado escrito su nombre. Un mecanismo de inspiración que también podía haberle ocurrido al ver las palabras “Wash me” (en la Argentina sería “Lavame, sucio”) estampado, dedo mediante, en los parabrisas traseros de los autos y las lonas de los camiones… sucios.Pese a que Moose fue con el tiempo haciéndose más y más conocido en su ciudad natal y comenzó a ser contratado por anunciantes como Microsoft, Coca Cola, Channel 4 y Smirnoff, el Leeds City Council rápidamente condenó sus prácticas y las consideró explícitamente vandalismo: “Los habitantes de Leeds quieren vivir en un entorno limpio y atractivo, y esperan que sus calles estén libres de graffitis y de publicidad ilegal –anunció en un comunicado–. Consideramos que esta clase de publicidad pícara constituye un daño ambiental y actuaremos contra los anunciantes que la utilicen sin los permisos pertinentes”.Qué tipo de acción habrá ejercido el Concejo de Leeds contra los anunciantes, nadie lo sabe. ¿Obligarlos a ensuciar nuevamente lo que habían limpiado?El otro artista-limpiador es el retratado en las dos fotografías de arriba de todo: el brasileño Alexandre Orion, que en el verano 2006/2007 llenó un túnel de la ciudad de San Pablo de calaveras, generadas por supuesto con el idéntico método de limpiar prolijamente las áreas indicadas de las paredes cubiertas de smog.En su caso, las autoridades no emitieron comunicado oficial alguno, pero sí actuaron rápidamente. Comenzaron limpiando por completo la pared que Orion había ilustrado en primer lugar. Y cuando el artista optó por continuar su obra en la pared de enfrente, no sólo repitieron su acción limpiadora sobre esa pared, sino que repitieron la maniobra con todos los demás túneles de la ciudad.Arte y ambientalismo –o limpieza, al menos– se habían dado la mano una vez más.
Quien mejor presentó el tema fue el periodista Matt Chapman, del portal www.inhabitat.com, en una nota publicada a comienzos del año pasado: “¿Cuándo puede el acto de limpiar las veredas ser considerado un crimen? –se preguntaba Chapman. Y de inmediato se respondía–: Cuando lo estás haciendo para crear arte, obviamente”.Desde hace un tiempo, unos pocos artistas, en distintos rincones del mundo, están expresándose a través de herramientas que no son las clásicas del arte. En vez de pinceles y lápices, esponjas y cepillos. En vez de óleos o acuarelas, agua y jabón. Y en vez de lienzos en blanco, paredes bien sucias. Necesariamente sucias: sin la pegajosa suciedad que el tiempo va depositando en ciertos muros clave de las ciudades más pobladas –sobre todo en aquellos muros que se encuentran junto a calles de intenso tránsito de automóviles–, el arte de los graffiteros invertidos carece por completo de sentido. Y no sólo se vuelve inútil: simplemente se hace imposible.
DOS LIMPIADORES DOSNacido en Leeds, Inglaterra, Paul Moose Curtis cuenta que la inspiración le llegó diez años atrás, cuando se encontró con paredes cubiertas de smog en las que la gente, con el simple mecanismo de pasar el dedo por ellas, había dejado escrito su nombre. Un mecanismo de inspiración que también podía haberle ocurrido al ver las palabras “Wash me” (en la Argentina sería “Lavame, sucio”) estampado, dedo mediante, en los parabrisas traseros de los autos y las lonas de los camiones… sucios.Pese a que Moose fue con el tiempo haciéndose más y más conocido en su ciudad natal y comenzó a ser contratado por anunciantes como Microsoft, Coca Cola, Channel 4 y Smirnoff, el Leeds City Council rápidamente condenó sus prácticas y las consideró explícitamente vandalismo: “Los habitantes de Leeds quieren vivir en un entorno limpio y atractivo, y esperan que sus calles estén libres de graffitis y de publicidad ilegal –anunció en un comunicado–. Consideramos que esta clase de publicidad pícara constituye un daño ambiental y actuaremos contra los anunciantes que la utilicen sin los permisos pertinentes”.Qué tipo de acción habrá ejercido el Concejo de Leeds contra los anunciantes, nadie lo sabe. ¿Obligarlos a ensuciar nuevamente lo que habían limpiado?El otro artista-limpiador es el retratado en las dos fotografías de arriba de todo: el brasileño Alexandre Orion, que en el verano 2006/2007 llenó un túnel de la ciudad de San Pablo de calaveras, generadas por supuesto con el idéntico método de limpiar prolijamente las áreas indicadas de las paredes cubiertas de smog.En su caso, las autoridades no emitieron comunicado oficial alguno, pero sí actuaron rápidamente. Comenzaron limpiando por completo la pared que Orion había ilustrado en primer lugar. Y cuando el artista optó por continuar su obra en la pared de enfrente, no sólo repitieron su acción limpiadora sobre esa pared, sino que repitieron la maniobra con todos los demás túneles de la ciudad.Arte y ambientalismo –o limpieza, al menos– se habían dado la mano una vez más.
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