Douglas García R © 2010
El Museo de Orsay de Paris aborda la extraña fascinación del ser humano por el asesinato plasmada en el arte, esta exposición que será exhibida hasta 27 de junio titulada Crimen y castigo consiste en una serie de obras desde 1791 hasta 1981, fecha de la abolición en Francia de la pena de muerte. Pero cuando el asesinato se convierte en un común denominador en la calle, este necesita una larga respuesta que provenga desde el mismo arte.
Sin dudas, la violencia ha sido el detonante de muchas manifestaciones del arte activista en todas partes del mundo. Recientemente, en las consideradas ciudades más peligrosas del planeta como lo son Ciudad Juárez y Caracas se dio una respuesta a la violencia a través del arte y el activismo, en ciudad mexicana la actividad titulada Una oración para Juárez convocó a artistas, organizaciones, y a ciudadanos en general, a distintos eventos que se realizaron durante marzo y abril de 2010 que fueron replicados en la ciudad de Los Ángeles, mientras que en Caracas la 2da edición de Urbanitas motorizó a decenas de artistas, diseñadores y estudiantes a realizar distintas intervenciones con diversos significados pero con un mismo fin,.. Una ciudad más segura.
La artista colombiana Doris Salcedo quien está considerada como una de las figuras más importante de la escultura y intervencionismo urbano coetáneo, en una conferencia dictada en la Universidad de Harvard en 2002, dijo “el arte tiene un poder enorme: tiene el poder de devolver al dominio de la vida, al dominio de la humanidad, la vida que ha sido profanada, no obstante, también opinó “matar es una manifestación del poder absoluto y no hay nada que el arte pueda hacer contra el poder absoluto”.
La 2da edición de Urbanitas, tomando en cuenta lo dicho por Salcedo, asumió que si bien el arte no puede hacer nada contra el poder absoluto habrá que darle la palabra al activismo social, y para ello realizó una campaña de “yo amo a Caracas” recreado desenfadadamente al famoso logo que 1973 fue diseñado por Milton Glaser con un corazón sangrante y perforado por balas que a través de camisetas, chapas y pegatinas colocadas en todo el inmobiliario urbano de la ciudad, buscaba significar el amor por una ciudad a pesar de la tragedia de vivir en ella, de esta manera, Urbanitas deseaba sensibilizar la opinión pública ante el incremento de la violencia de una ciudad que otrora fue llamada la sucursal del cielo.
A la convocatoria de Urbanitas, que más que convocatoria fue un propósito, fue apoyada por el efecto llamada de la plataforma creativa urbana Taller de Bicicletas, a esta acudieron artistas tales como Heyfer Brea, Luis Salazar, Mariantonia Blanco, Muu Blanco, Andrea Coronil, el español Ricardo Vilar entre otros quienes gustosamente salieron de la pasividad otorgada por los espacios galerístico para intervenir activamente juntos al determinado entusiasmos de más de 150 diseñadores y estudiantes de diseño que intervinieron la plaza Miranda al este de la ciudad de Caracas. Sus intervenciones consistieron en pendones y zapatos como una colorida alegoría a la sentida ausencia de centenares de jóvenes de los espacios públicos a causa de la violencia urbana, mostrando su compromiso y dándole a su vez ese valor cotidiano que tienen los espacios urbanos. Una gran instalación aérea dispuesta en el centro de la plaza con más de cien pares de zapatos colgados en ella, recrearon la sensibilidad y la vivencia subjetiva y personal de cada uno de sus creadores para con una ciudad que desean. Los pendones colgados en las farolas de la plaza estuvieron desbordados de mensajes e intenciones, a ello, se le unieron las tonalidades de los papagayos o cometas como un reclamo a la falta de los espacios para los niños y el graffiti hecho con tizas de colores involucró a estudiantes y paseantes como el acto más lúdico de arte urbano.
A pesar, que el arte contra la violencia expresado en las paredes de un museo tiende a ser salvacionista y equilibrado, hecho que una ciudad tan castigada por la criminalidad como los es Caracas termina siendo paradójico. La artista venezolana Bernardita Rakos, ganadora en el año 2007 del primer premio del último Salón Pirelli de jóvenes artistas venezolano, con su exhibición titulada Si tú mueres primero, yo te prometo montada en el mes de abril de 2010 en el Museo de Arte Contemporáneo de esta ciudad, logró conjurar a través de un planteamiento sencillo pero ambicioso una dramática denuncia en contra de la violencia. Esta artista hizo eco a través de la letra de un bolero a algo expresado por la propia Doris Salcedos a propósito de su exhibición en la galería White cube de Londres en el 2007, que arte que va contra la violencia ayudar a transformar las experiencias privadas de las víctimas en experiencias colectivas, de manera que no se pierda nunca su dimensión social, algo que la prensa y la critica en el caso de Bernardita supo valorar.
El Arte exhibido como un morboso voyeur de la historia criminal del hombre tiene potentes exponentes en Goya, David, Blake o Grosz quienes se adentran dentro de esta historia para representarla, pero cuando lo criminal es parte de un habitual y pasa a ser la representación de una sociedad en decadencia y una política de ineptos, el arte tiene el deber de convertirse en denuncia y los artistas públicos como activistas sociales deben entender que en la calle no son los francotiradores detrás de los árboles, ¡son los árboles!, la energía social que viene de abajo para arriba; del ser al artista, del artista al ciudadano, de la población a la sociedad, de la sociedad al poder.
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